Cincuenta sombras de Grey, de E.L James

Muchas son las reseñas dispersas en Internet que hablan de el primer tomo de la trilogía Cincuenta Sombras, ideada por una dueña de casa que actualmente es considerada por el Times como una de las mujeres más influyentes del mundo. Como saben, hace cosa de un mes me llegó un paquete que contenía la caja promocional de la saga. Publiqué una fotoreseña con los detalles, pues la caja, de gran presentación, contenía además del libro una corbata, una máscara...y unas esposas. Sí, unas esposas, y no precisamente de plástico barato. Con semejante marketing, además de los positivos comentarios que leí en internet, era imposible aplazar más la lectura. Si bien cumplió mis expectativas, debo decir que el libro no es particularmente destacable; no obstante, lo recomiendo. ¿Raro? Quizá. Ya me comprenderán un poco más al terminar la reseña.

La romántica, sensual, erótica y totalmente adictiva historia de la apasionada relación entre una estudiante universitaria y un joven multimillonario. Cuando la estudiante de Literatura Anastasia Steele recibe el encargo de entrevistar al exitoso y joven empresario Christian Grey, queda impresionada al encontrarse ante un hombre atractivo, seductor y también muy intimidante. La inexperta e inocente Ana intenta olvidarle, pero pronto comprende cuánto le desea. Cuando la pareja por fin inicia una apasionada relación, Ana se sorprende por las peculiares prácticas eróticas de Grey, al tiempo que descubre los límites de sus propios y más oscuros deseos....Cincuenta sombras: la exitosa combinación de historia romántica y juego erótico de alto voltaje que ha tocado la fibra de muchas mujeres. Daily News. 

Debo decir, para comenzar esta reseña, que el personaje de Ana Steele me pareció bastante estúpido al inicio del libro, incluso estuve a punto de dejarlo por la caracterización que se hace del personaje. Vamos, que es inocente y todo, y eso parece posible para el lector, sin embargo al comenzar la trama su idiotez resultaba empalagosa. Sin embargo, antes de embarcarse en un viaje de adoración mental hacia Mr. Grey, su "diosa interior" toma las riendas del asunto. De Ana es probablemente lo que más me llamó la atención, todo el asunto de la "diosa interior" que les acabo de mencionar, porque salía con cada frase que, lejos de ser memorable, obligaba al lector a sacar algo más que una sonrisa. Me resultaba muy cómico cuando Ana decía, por ejemplo, "y la diosa que llevo dentro comenzó a saltar en un pie". Y es que Ana estaba (está) perdida por Christian. 

Las circunstancias en las que se encuentran son más que fortuitas. Un día, su amiga, enferma de quién sabe qué, le pide que acuda a una entrevista con uno de los personajes más influyentes del mundo de los negocios neoyorkinos. Pese a su reticencia inicial, Ana no logra resistirse; tras una estrepitosa caída en la entrada del despacho de Mr. Grey, ella queda flechada. Así, sin posibilidad de avergonzarse más aún. Pero Grey no es de hierro, y también se siente atraído a Ana desde el primer momento. En el fondo de su mente no desea adentrarla en el mundo de "perversiones" que él frecuenta, sin embargo, como la atracción va en aumento, decide caer presa de sus propios sentimientos.

¿Una novela para mujeres? ¿Porno para madres? Aquella última denominación me hizo caer al suelo de tanto reír, la primera vez que la vi. Todos los sitios en donde revisé antes de aceptar el ofrecimiento de la editorial para mandarme la novela, se referían al libro como pornografía suave dedicada a las madres de norteamérica. Quizá muchos de ustedes también sintieron la misma gracia que yo ante tal comentario. Lo comprendo, digo, comprendo que se hayan reído. Pero, no obstante, no me parece que sea la novela merecedora de tal señalación. No me parecieron tan impactantes la escenas "subidas de tono" que se desarrollan en la novela. Es una historia de relativo amor, potencialmente erótica, que atrapa, lo reconozco. Llevo varios párrafos de la reseña y aún no me he referido al tema principal de esta historia: las prácticas sexuales del enigmático Grey.

Simplemente a él le gusta el sadomasoquismo, o BDSM, y quiere hacer partícipe a Ana de tales actividades. Al superar su reticencia e inocencia inicial, ella aceptará, y se verá embarcada en un viaje de autodescubrimiento, enfocada a descubrir sus propios límites. ¿Cuánto será capaz de soportar por amor? Considerando que ella está perdidamente enamorada, creo que mucho. 

Antes de iniciar esta relación de "solo sexo" que se autoimponen (aunque, creo, en el fondo, ellos saben que se están enamorando) Grey le dice que es necesario firmar un contrato para fijar límites. Aquella parte, desarrollada en casi la segunda mitad del libro completo, resulta bastante ilustrativo para los lectores que no conocen nada de este mundo. En lo personal, estaba sumido en la más profunda de las ignorancias respecto a este tema antes de leer el libro. Términos como "palabra de seguridad" no estaban en mi diccionario. Ahora sé que esa es la palabra que usan las "sumisas" (considérese como sumisa la persona que acata dentro de la relación sadomasoquista) para advertir que están siendo dañadas y que desean parar. ¿Ana usa su palabra en algún momento? Eso es algo que tendrán que descubrir ustedes mismos. 

Otro momento muy divertido se da cuando Ana y Grey intercambian correo electrónico. Aquellas escenas le suman muchísimos puntos a la historia, a mi parecer, porque son frescos, relajados y muy hilarantes. Me habría gustado leer un libro completo de esa correspondencia, y no lo digo de forma sarcástica.

Hay un tema que quiero comentar, y que me parece muy relevante en la novela: Christian Grey y la casi malsana obsesión de Ana hacia él. Claro, es el protagonista, pero tantos aspectos positivos que le dedica Ana me parecen exagerados. Me recordó mucho a Crepúsculo, cuando Bella dice que ama su olor, su textura, su color de ojos, su apéndice, su bulboraquideo y su cristalino. Demasiado, a mi parecer. Está bien, es el hombre soñado de la protagonista, pero a mi me cansaba tanta saliva que la pobre desperdiciaba en él. Pónganle un plato bajo la boca a la señorita, por favor, decía en mi mente. Al principio incluso barajé la posibilidad de que Grey fuese un vampiro, o alguna cosa semi sobrenatural. 

Quizá ese aspecto es el que más me hace relacionar este libro como una lectura para chicas. No lo negaré, me divertí muchísimo con la lectura y seguramente terminaré la trilogía, pero a veces tanto comentario positivo contra ese hombre me cansaban. Muchas mujeres suspirarán por él, y quizá me odiarán al leer esta parte de la reseña, pero incisto: es demasiado. Me habría gustado que la historia, al menos una parte, estuviese enfocada a hablar más de Ana, físicamente hablando. El lector se queda una imagen muy general de la protagonista, pese a conocer casi de memoria hasta las terminaciones nerviosas de Christian Grey. 

La narración dentro del libro es simple, usando muchísimo diálogo (muy bien aprovechado, por cierto) y escenas de tensión sexual. El libro es más bien un cúmulo de tensión sexual, en todo momento. La escritora ciertamente no pasará a la historia de la literatura como poseedora de una prosa rica, ni de personajes complejos, mucho menos de una trama laberíntica y enmarañada. La historia es como es: simple, muy lineal, con un ritmo que no decae y con personajes que prácticamente no se desarrollan en todo el relato. Sin embargo la recomiendo, porque los que comiencen con este libro no se detendrán hasta leer la última frase. Es endemoniadamente adictiva esta historia, y sirve para pasar el rato. Por mi parte, seguro seguiré adelante, para saber cómo concluye esta poco usual y novedosa historia de amor.